Los marinos le temen a las tormentas; es posible que pierdan el derrotero y no regresen jamás a puerto, grandes olas se levantan y los relámpagos dejan ver siluetas de seres desconocidos.
Mas la calma perversa inclina a la mente a confeccionar palabras que renuevan viejos deseos de nostálgia abandonada.
la sal carcome el calafato del roble
las lágrimas predicen el advento de la tristeza por los recuerdos
y los cantos mecen las velas con parsimonia ritual
Es que el sol se oculta y se viene el frío nocturno
lejos de las ciudades y sus luces.
Una vez más acá en el oceano, una vez más con nosotros como buscando las paredes de roca y los tubos de agua, para perdernos en el lenguaje desvaneciendo razones detrás del corazón.
Una vez más el canto, en el desierto de las ondinas y perdernos.
Entre las fatigosas olas de la pasión.
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