1.1.11

FRAGMENTO 1

LA FORMA IMPIDE LA DISCRECIÓN

nuevamente veo sembrado de luces el camino de las ciudades
y creo ver entre ellas los ojos vacíos de aquellos que murieron
soportando guerras internas

escucharon levemente el susurro del último de los mohicanos
aquél que determinó lanzarse al camino
y lo perdió todo menos la dignidad de saberse libre

he escuchado las pláticas de los ancianos
y las pláticas de mis hermanos de armas
he concretado detenerme a buscar migajas
donde hay solamente granos de arena desértica

cuando duermo he desesperezado la rítmica sensación de saberme vivo
no sé si aún he despertado
lo has hecho tú alguna vez?
me inclino a babor
ese es mi sino
escorar el buque una y otra vez mientras calculo mi posición
con referencia a la estrella más próxima
esa es tu vida
esa ha sido mi vida

soliloquio sin ataduras: desvencijado anciano que se vive dentro de las calles
soliloquio de muerte: presintiendo una a una las ataduras de la noche

habré de irme a la mitad de mi camino
lejos de esta piel que mantengo firme
lejos de los que escriben y los que escuchan
de los que leen y los que amenazan con escribir
para no permanecer vacíos

lo vacío no es negativo
lo vacío subvierte el tiempo de entrega
para uno mismo
el vacío es silencio rencoroso a la hora de abrazar a
todos los conocidos extraños

me he extralimitado y me he traicionado infinidad de veces
cogiendo los rayos del amanecer
me he puesto la piel de otro y de otros presagiando la muerte
aquella constante física
aquella dramatúrgia sin cartera

me he puesto al pie del altar de los sentidos para conjurarla
sin embargo
amanece siempre ese rencor y ese odio contra la manera de saberse ser
con mundo
con fricciones
con gente inútil y gente útil

rediseño el tiempo que es como una gelatina parlante
a la mitad de mi camino hay fragmentos de discursos que son inútiles
como los carros de cuyo interior emergen ruidos disonantes

este es el principio del fin de la década.

me he lanzado infinitamente lejos de mí y he regresado vacío
permanezco vacío
en un estado de franca inocencia

las calles
las veredas
la proximidad siempre del fin de la vida
fragmentan esa energía infinitamente tentadora
lanzarme al paraíso de la no inexistencia: ser con mundo y alejado

el reloj checador es mi único amigo
en los viejos y solitarios pasillos

lanzarme al mundo fuera de mí mismo
emparentado con aquellos rabiosos que algo tendrían qué decir de sí mismos y de su propio mundo

escribo esta carta como alguien que lanza una botella con un mensaje al bote de la basura esperando que sea leída por su destinatario

lo inútil que es vivir cuando sólo se tiene por vivir la sensación de que se tiene que llenar un vacío natural

2011

veinte once
día -364

podría abrazarte largamente en estas horas de constante ruido maquinal
podría sugerir que el convocar a la muerte hubiera sido un asunto muy serio
lo que puedo hacer por ti es relegar mi silencio a la palabra escrita
para que nadie en su momento la pueda interpretar ni criticar ni entender
porque de la mente salen las tormentas más absurdas
porque de la conciencia sin órden ni método sólamente sale el destino de una representación tatral: el teatro de la conciencia

soltar la conciencia-dejarla de lado-ametrallarla como se metralla al que nos es estorboso, como los sicarios de michoacán metrallan lo que les es estorboso, como yo que fragmento la palabra que me fue mostrada en los días de juventud

como yo que soy heredero de tus propios destinos pontificados por el horror de saberse vacío y vivo dentro de un cuerpo reciclable.

no he de terminar acá, en este sitio, con lo que comencé hace ya diez años
no he de confiar en la palabra escrita que envejece con el paso de los días
porvenir.

tú, no regresarás
serás recordado
serás abandonado
y eso que fuiste habrá cambiado con el envejecimeinto neuronal

vacío en las calles, vacío en las entrañas, vacío sísmico de eso que hace que tengamos conciencia, de tenernos como personas que son carne de angustia y de silencio
personas que son carne de tranquilidad y desazón

tú que todo lo vez
tú que resignificas hasta el último momento de vida del mundo
tú que te hieres
como se hiere aquél que no tiene comida
aquél que presagia el advenimiento de la rebelión
escucharás con atención el ulular de ambulancias sobre el piso donde habrás de fallecer por muerte violenta

tú cuyo reflejo es necesariamente mi propio dicho
podrás contenerme un microsegundo
y después

las luces de la ciudad seguirán iluminando las oscuras calles donde hubo alguna vez salido este monólogo.

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