A LA MUJER QUE NO CONOZCO
Ahora que recuerdo
No estaba presente el día
En que fuiste tú
Sola escondida dentro de tu propia imagen
Ahora que recuerdo la luz del sol daba pie
A mi recuerdo, vástago del sueño
Y el recuerdo eras tú
Fragmentos de mar salina
Inundan el sabor de mi boca
La sal que ha dado para vivir
Tantos deseos en tan poco tiempo
La noche ha cedido sus luces al sol
Y los cristales de tu piel llana
Tus rubios cabellos
Tu piel blanca
Ensueñan mi nostalgia
Por un mundo prohibido
Ayer, polvo, era yo reclamado por
El abismo plutónico
De eso que llaman el silencio
De la soledad
Hoy te reconozco
Me reconoces bajo el imperio
De dos, un reino
Una dictadura que clama
Sobre todo bajo la ley
De tus labios
Eres en fin el universo
Mas no por serlo
Estaré bajo tu servicio
Que otros reclamen tu estadía
En el mundo
Pues yo aquí he esperado tantas
Madrugadas tu llegada
Que reclamo tu alma tu sangre
Y tu mente
El espíritu me lo llevo debajo de mis venas
En este tiempo inoportuno
De mercaderes
Y mercenarios de la palabra
No es por recelo
El caso es que me alejo
Luego enmudezco y recuerdo
El sabor que no compartimos
El sabor del azúcar
El espíritu profundo que llegaste
Un día a negarme
Eres materia de un bálsamo
Blanco
Cual intransigente pequeña inalcanzable
Anoche observé a través de mi ventana
Y era la luna que caía sobre mi jardín
Anoche hube llorado sobre el fresco césped
A la vera de un árbol en otoño deshojado
Y de entre cientos de luceros
Pasmados por el grito de su
Propia muerte
Vi una estrella moviéndose
Alrededor de la veleidosa
He aquí mi sueño
No mi realidad
Ésta es más bien
Agradable cuando pasas
Un segundo estrecho y compacto
Tus ojos al vacío
Tu boca sin la dureza de la negativa palabra
Mi realidad en resumen
Es más bien simple:
Como el sol que ilumina la tierra
Como la lluvia
Que se evapora en
La infinitud desértica
Como el metálico grito del relámpago
Que rompe la tranquilidad de la noche
Estoy aquí escribiendo para el reflejo de
La veleidosa en tierra
Un día más en las calles repletas de
Licor y ensueños
De odio y muerte
De vida furtiva cuando alguien
En algún lugar haya prendido
Una frágil bombilla
En la más pura y más eterna soledad.
